Hace un tiempo tuve la oportunidad de exponer un conjunto de fotografías, la cual titulé: «Pathos», una palabra griega que significa emoción, sentimiento, conmoción… Y filosóficamente, es eso, nuestra dimensión humana emocional, nuestros sentimientos más puros.
Solía ser una persona muy del «logos», la mente, con un impulso constante de querer racionalizarlo todo y eso siempre me llevó a bloqueos creativos innecesarios, ojo, que el bloqueo creativo es parte del proceso, pero hablo más del auto-saboteo inducido por la mente lógica.
Así que en este caso, luego de darle muchas vueltas cuando me invitaron a exponer, me dejé llevar y saqué de mi archivo las fotos más importantes para mí en ese momento, por lo que me recordaban y los estímulos a los que me remitían cuando las creé.
Además de todas las inseguridades que sentía de no poder encontrar algo de «sentido» en lo que quería mostrar en ese momento en forma de exposición, estaba pasando por un momento duro en mi vida debido al fallecimiento de mi mamá, y eso también me llevó un poco por este camino y así abrir la exposición con un autorretrato que titulé «intuición», basado en un consejo que a finales de mayo me había dado, a quien llamo: una guía espiritual.
Todo este proceso fue una experiencia enriquecedora y hasta terapéutica, por primera vez hablaba ante un público que fue a ver la muestra, sobre lo que había inspirado cada una de esas fotografías y su contexto, con las cuales intercambiamos ideas de cómo estas fotos los interpelaba a ellos también como espectadores y desde sus propias experiencias.
Para esta muestra, le pedí a una amiga que mirara el conjuntos de fotos y le hablé un poco de mi selección para que hiciera un recorrido, lo interpretara y escribiera el statement y esto fue lo que escribió:
“No vemos las cosas como son sino como somos nosotros” es una frase que funciona de prisma, que nos señala la posibilidad de múltiples perspectivas, y nos habla de humildad. También la podemos entender como un espacio de autodescubrimiento, que nos revela y nos expone, una posibilidad que nos pide detenimiento en el acto de mirar. Ahora, observa los estímulos a tu alrededor y toma conciencia de la frase anterior. ¿Qué te devuelven?
Este concepto de lo posible, esta perspectiva reflexiva y que deconstruye, este ejercicio de mirar desgranando y tamizando lo real, acompaña y enmarca la selección de Daniela Clarke. Un recorte variable según quien lo observe, construido desde la sensación que transmite, guiado por el pathos y por tanto incomprobable pero real.
Pathos, como concepto, nos remite a una idea clásica que habla de los sentimientos y la emoción. Pathos, la muestra, invita a quien observa a hacerlo desde un lugar en el que no sólo podemos delinear formas, estímulos, contrastes y texturas, sino que, en vez, descubrimos el carácter y lo individual. La expresión. Por tanto, como si se tratara de retratos, estas piezas nos invitan a sobrepasar el realismo y descubrir detalles que cuentan y construyen rasgos, y lo inexacto de estas historias imaginadas.
En Pathos cada pieza se hila con la siguiente a partir de un rasgo tan personal y único como la piel. Un elemento que se mantiene, como lienzo, como límite, como lugar de descanso, cómo resguardo. Un órgano extenso que parece el mismo en todos lados. Pero que recubre, contiene y refleja una individualidad, ¿la de quién cuando la observamos?. Vemos nuestro reflejo, presenciamos nuestra historia, ahí radica la real riqueza de las imágenes, de estas imágenes en particular.
¿Sientes la belleza? -no esperes encontrarla desde la razón que limita-, ¿sientes la historia que está delante?, ¿sientes tu emoción cuando observas y la del otro cuando sólo mira? De eso se trata, de construir imágenes a través de la empatía y comunicar desde la experiencia.
Percibimos lo conocido, tomamos una pequeña referencia del mundo y la damos por cierta. Sin embargo, Pathos se construyó a partir de la emoción, es una puerta que se abre, son unos ojos despiertos que registran, una intuición que se confirma y un impulso emocional que te empuja a conectar.
Gabriela Insignares Kuiman, septiembre de 2021
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